Educar en la Solidaridad, la columna de Gabriel Espinoza. 29 de mayo de 2020

29 mayo, 2020 Desactivado Por Opinión Bajío

Gabriel Espinoza Muñoz

Educar en la solidaridad

“La adversidad es ocasión de virtud”.

Séneca.

En estos momentos nuestro país está en medio del huracán; el momento es muy complicado, la tormenta arrecia y la noche nos empieza a… no, eso ya lo sabemos.

Las adversidades si bien traen una dosis de sufrimiento, también nos traen la posibilidad de encontrar nuevos caminos, de darnos cuenta de nuevas cosas, de reencontrarnos con nuestra esencia.

A través de la historia ha habido diferentes posturas sobre la bondad natural de las personas, hay quienes dicen que el hombre está encaminado a la maldad, que el hombre es el lobo del hombre; sin embargo hay quienes dicen que el hombre está inclinado de manera natural hacia la bondad y que las conductas negativas las va aprendiendo a través de la vida.

Saben, yo no tengo la verdad absoluta, sin embargo puedo afirmar que nuestro proceso de formación del carácter y la formación en los valores se va construyendo día a día y que la tendencia a hacer el bien se va ejercitando y entre más se ejercita, más se fortalece, así como cuando vamos al gimnasio.

Hoy estamos viviendo un momento histórico, inédito y en este momento se abre la posibilidad de crecer en esa formación valoral que tanto bien nos haría, a nosotros y a nuestra familia.

Hoy podemos asomarnos a la ventana, viendo este término en un sentido amplio, pues una ventana puede ser como tal la que nos permite asomarnos a la calle, la televisión, las redes o los medios de comunicación; a través de esas ventanas podemos ver a las personas que ante estas circunstancias salen a la calle a conseguir alimentos para su familia,  podemos ver a aquellos adultos mayores que se han quedado solos y que necesitan urgentemente de la ayuda de los demás, los enfermos que corren mucho riesgo saliendo, pero que no tienen muchas opciones, o salen a buscar o se quedan en casa sin alimentos.

Primero hay que darnos cuenta, no cerrar los ojos ante el sufrimiento de las personas que nos rodean, darnos cuenta, no voltearnos para otro lado y atrevernos a revisar si estas personas pudieran necesitar nuestra ayuda.

Luego hay que ver qué se puede hacer, valorar qué podemos hacer para atender las necesidades de quienes nos rodean, cómo podemos hacer equipo para ir juntos. “Cómo hacerle para que todos nos demos cuenta lo que hace falta darnos cuenta”.

Por último, viene el paso decisivo, hacerlo, hoy es tiempo de comprometernos con el dolor de los demás y eso, solo tiene sentido si nos ponemos de pie y hacemos algo. Ayudar hasta que duela, decía la Madre Teresa de Calcuta.

¿Y qué tiene que ver esto con la educación? Mucho, hoy nuestros niños poco viven el servicio y ese es el caldo de cultivo para la vivencia permanente de violencia en nuestras escuelas, y seguramente también en nuestros hogares. Si tenemos hijos más solidarios, tendremos mejores ambientes escolares y mayores posibilidades de éxito educativo.

Ver, juzgar y actuar, un camino que hace mucho conocí y que hoy es más aplicable que nunca a este proceso de educación en la solidaridad.

Estimados lectores: Hoy la pandemia nos da la posibilidad de crecer en el servicio a los demás, hoy la pandemia nos debe abrir espacios de reflexión en familia.

¿Cómo ayudar? Hay una y mil formas, solo es necesario ver bien y estar dispuestos a dar. Hay quien necesita apoyo material (alimentos, medicinas, recursos o algún equipo), hay quienes necesitan apoyo para saber a dónde ir para ser atendidos, saben, hay quienes necesitan a alguien con quien platicar, contar sus historias, sus sueños, sus anhelos; hay muchas formas de ayudar.

Hoy veo una dinámica muy interesante en los medios digitales, ellos nos permiten ver esos casos de personas que necesitan de nosotros en medio de la contingencia. Basta entrar a los diferentes portales de noticias locales para ver esos casos de personas que necesitan y a quienes podemos apoyar.

También veo esfuerzos coordinados de diferentes organizaciones para identificar y atender las necesidades de quienes más nos necesitan, quienes abren la posibilidad de sumarse a esos esfuerzos, hoy quien quiere crecer en el servicio lo puede hacer de manera rápida y fácil. Y muchas veces hasta sin salir de casa.

Debo aclarar, si dijera que esto que estamos viviendo es bueno, estaría totalmente fuera de la realidad. Nunca lo haría, pero sí creo que en medio de la adversidad debemos encontrar razones y alternativas para ser mejores.

Hoy que tenemos a los hijos en casa, tenemos la oportunidad de ir con ellos en este proceso de crecimiento, lo que nos permita regresar a la normalidad haciendo de ellos mejores personas y a la par pensar en tener una mejor sociedad; bien vale la pena enseñarlos a ayudar.

Ayudar a los demás les permitirá a sus hijos crecer, pues si bien se beneficia quien recibe la ayuda, se beneficia aún más quien la da, pues dar, engrandece. Y como dice el Padre Efrén Silva, responsable de Cruzadas de Esperanza: ”Nadie es tan pobre como para no tener algo que dar y nadie es tan rico como para no necesitar algo de los demás”.

Nos vemos en la siguiente entrega.