El nuevo inquilino, la opinión de Lázaro Uc Mas. 17 de abril de 2020
17 abril, 2020EL NUEVO INQUILINO.
Llegó la noticia por Whats App, pero el virus llegó en un camión de jubilados de PEMEX. En uno de esos viajes de vacaciones, pre pagados, con autobús, hotel, desayunos incluidos, y un itinerario preciso y compacto. Fueron al sur en busca de aventuras, aunque sea mentales, pero aventuras al fin. A conocer el paraíso, porque Chiapas, lo crean o no, es un paraíso. Un día te sientes en la punta del cielo parado frente al cañón del sumidero, sintiendo al primer vistazo que se te mueve la tierra, las plantas, las hojas, y el inmenso río en el fondo de la espesura, retiras rápidamente la vista antes que que te caigas sentado o intentando agarrar lo que sea. Y lo logras. Y medio segundo después arriesgas una segunda mirada, para fijar con mayor precisión el paisaje. Bien agarrado ya, al primer poste que encontraste. Entonces, ves con más calma, el profundo hilo del río Grijalva. Y las lanchas que dejan flechas de espumas blancas visibles a mil metros. Y no sabes si sentirte estúpido o sentirte Dios, y mejor prefieres deslumbrarte de inmensidad. Y al otro día, caminas en la espesura del bosque para encontrarte frente a los destellos verde esmeralda de los lagos de Montebello. Y te agazapas en la quietud del espectáculo, sintiéndote tan pequeño en la espesura, tan frágil como una burbuja, tan endeble como una varita, sobre todo, cuando subes a la balsa de troncos y el vaivén te obliga a sentarte. Y piensas que no te gustaría caer en sus aguas frías, en un lago desconocido. Tal vez no haya serpientes ni cocodrilos, menos pirañas o cualquier otra especie peligrosa. Pero no es buena idea caerse. Mejor me siento. Es el paraíso. Hay que disfrutarlo bien.
Y después del paraíso. El costo de la insolencia.
Pedro discute su derecho a viajar donde le plazca. Mientras pueda y quiera. Lo ampara él no sé qué art. Constitucional que dice más o menos que tiene libre tránsito por el país, mientras no haya cometido falta alguna. Y Pedro –dice El- no ha cometido ningún delito. Además, avanza el argumento más sólido que se haya dicho hasta entonces –¿Has visto tú un enfermo o un muerto de ese virus?-. Y su antagonista se calla, desvía la mirada, suspira y antes de que replique le asienta su frase mortal –¿Verdad que no?. ¿Entonces?-. El argumento es, si no lo has visto no existe. A estas alturas y ya encarrilado, otro argumenta refuerza el anterior, y que, bien visto, también es difícil de replicar. –Tu sabes que el pinche gobierno y los magnates del mundo se las gastan con estas cosas. Inventan cada tontería para mantenernos con miedo. Ahí está el chupa cabras y no te digo más-. Reafirma Pedro, mientras su interlocutor, amigo del alma, se queda vacilando, pensando, valorando. Y en lo que termina de valorar, Pedro se le adelanta para decir – además ya estoy viejo, y ya está pagado el viaje, no me van a regresar mi dinero, que no es por el dinero he, te lo aclaro, pero ya lo pagué. Así, que sea lo que Dios quiera-.
Y Pedro se fue al paraíso, con otra treintena de gentes. Los argumentos de su amigo del alma no fueron suficiente: mira Pedro, si se alarman tantos gobiernos a lo mejor no es otra cortina de humo; mira Pedro, lo que vemos de España e Italia a lo mejor no son solo imágenes trágicas de un terrorista cibernético; mira Pedro, a lo mejor si hay una guerra comercial entre potencias, pero las alarmas de los países europeos dice algo; mira Pedro, Estados Unidos ya cancelo vuelos, eso es un dato importante; mira Pedro, pon tú que algún científico loco lo creó, pero de que existe el virus y esta avanzando, parece que sí: mira Pedro… Pero Pedro no miró. Porque además, había leído algunas opiniones de personas que le merecían todos sus respetos, uno de ellos decía que todo era un maquiavélico circo montado por las grandes potencias en su guerra por dominar el mundo. Esta idea le gustó. Sonaba cierto. Además, también había leído que las personas en casos extremos desarrollan más defensas y un “meme” llamó su atención. “Si en Salamanca se sobrevive a la contaminación de décadas, un diminuto Virus nos la puede pelar”. No se sabe si realmente creía esto, pero tres cosas, sí lo convencían: 1.- Ya estaba grande y se la podía jugar; 2.- Ya lo había pagado, y 3.- Si lo inventó un científico o no, si lo usa E.U. para dominar a China o no, o solo es un circo para dominar el mundo, son sus pinches pedos. El mío es visitar el paraíso que vengo añorando desde hace 8 meses.
Y Pedro se fue.
Ocho, diez, catorce días. Los que hayan sido. Un hermoso grupo de amigos de la tercera edad, jubilados de Pemex, disfrutando de las bondades del estado de bienestar y de lo que el neoliberalismo no pudo quitarles. Porque sabrán ustedes que con los gobiernos neoliberales hubo un desmantelamiento de la refinería, de poca madre. Despidos cada año, subrogación de contratos, plantas trabajando a media capacidad y una robadera de petróleo, gasolina de la chingada. Entenderán ustedes que nadie pone una tubería de 10 cm de espesor que sale directamente de la refinería, se extiende discretamente hasta la colonia de la Cruz. Y ahí, de modo nada discreto, entran y salen pipas enteras llenas de gas, nadie hace esto sin la autorización, visto bueno, o “la vista gorda” no solo de trabajadores, sino de altas autoridades de la refinería. Son los negocios neoliberales con sello mexicano, faltaba más.
Murieron algunos por eso, pero la investigación realizada, anunciada como siempre, en todos los medios, solo fue eso. Un anuncio espectacular y nada más. Nadie sabe a cuántos encarcelaron, nadie sabe cuánto se robaron, nadie sabe quiénes estuvieron involucrados, nadie sabe qué medidas tomaron, nadie sabe a quiénes castigaron, nadie sabe nada de cómo sucedió y nadie sabe cómo quedó el asunto. Y nadie sabrá. Y los que sabían algo, sabían demasiado. Algunos ya están bien muertos. Faltaba más. Para eso se pinta solo mi México lindo y querido.
Todos los involucrados en estos dichos convirtieron a Salamanca en campo de batalla, nada virtual, tan real como encontrar desmembrados cada mañana, asesinatos en plena vía pública, espectaculares masacres en Bares y restaurant, y por supuesto, publicación de videos por todas las redes sociales para terminar de espantar a toda esta normalizada población salmantina, tan crédula en sus santos, que cada año realiza una verdadera apología de miedo. Se visten con túnicas de colores oscuros, caminan lentamente, por el primer cuadro de la ciudad con tétricas velas, actores, observadores, vecinos, turistas, y alguno que otro perdido en el mundo, participan de un impresionante silencio que se oye desde varias cuadras. Si no fuera porque se hace en semana santa, cualquier despistado creería que se trata de una secta disciplinada de enmascarados que con toda solemnidad llevan a un fulano al patíbulo. Seguro es herencia de la edad media, remasterizada en los tiempos modernos, y rebautizada como la procesión del silencio.
Por cierto, en este año de 2020 ya no hubo procesión del silencio. Desde principios de marzo ya se sentía que el tal COVID 19 venía con todo. Ya se escuchaban sus estragos por todo el mundo, y por ello, una campaña generalizada de cuidado se extendía por todos los medios locales. Cierto “El preciso” parecía no darle tanta importancia, pero las autoridades sanitarias, todos dueños de un cartoncito que los acredita como expertos en el tema, decían, por todos lados, “cuídense cabrones, porque ese virus va a llegar.” Bueno no decían cabrones, ya sabemos que los científicos no usan en público esas palabras. Para ellos es de uso exclusivo particular e íntimo. A los demás nos vale madre usarlos en cualquier lado. Además, esa es nuestra traducción “Aquí está una lista de cómo cuidarse, si no lo hacen se van a morir, así que no sean pendejos y sigan las instrucciones”.
Nadie sabe bien a bien de dónde sacaron los mexicanos esa pinche actitud valemadrista y gandalla, unos dicen que fue herencia de los aztecas que solo así, agandallando, se apoderaron de todo el lago de Texcoco en apenas 300 años; otros dicen que porque somos muy cabrones para conjugar el verbo chingar de diferentes modos, sentidos y desvaríos. “Somos tan chingones que chingamos a todo aquel que se quiera pasar de chingón”. Ahí nomás pa que se den cuenta de qué hablo. Otros dicen que por un tal José Alfredo que de cantina en cantina y entre trago y trago en Guanajuato y Dolores Hidalgo cantaba que la vida no vale nada, y que con dinero o sin dinero era un pinche Rey. Otros más dicen que porque todos los pueblo originarios le rinden culto a la muerte y un tal Posadas decidió que la muerte debía estar caminando bien campante entre nosotros y se le ocurrió pintar una calaveritas que se volvieron muy famosas, a tal grado, que ya “la muerte nos hace los mandados”, y si no quiere, pues cenamos con ella una rica gallina, al menos, mientras dura la cena seguiremos vivos. Bueno eso dicen que le pasó a Macario. Otros más dicen que ya de tantos muertos en Salamanca por la guerra aquella entre los carteles, ya se volvió normal ver difuntos tirados por todos lados. Tan normal que ya nadie se espanta por la contaminación, menos por un pinche virus que nadie conoce. Dicen que tiene forma de virus, pero… la neta, nadie lo ha visto. Igual nadie ha visto a Dios, pero eso no importa. Así que, sea una razón u otra, o todas juntas en millones de mezclas posibles en cada cabeza mexicana, el asunto es que, nos vale madre. Muy chingones o muy pendejos, pero el “Quédate en casa”, nos hace lo que el viento a Juárez.
Estaba viendo las últimas noticias en mi encierro nada voluntario. Y de soslayo leí. Un muerto en Salamanca por COVID 19. Hummm, si… es de este amigo. Naaaa… se pasa. Vi 100 mensajes más. A los 2 minutos llega otro mensaje diciendo “Gobierno de Guanajuato confirma brote de COVID 19 en hospital PEMEX en Salamanca.”. En la madre –pensé-. Ya nos desmadraron la vida. –quiénes son esos que fueron a hacer su pinche desmadre-. Ahora nos va a pegar una buena madriza ese inche virus. -¿Y ahora qué madres vamos a hacer?-. Era cierto. Uno murió el sábado 4, otro el lunes 6. La confirmación por COVID 19 fue el mismo lunes 6. Un tercero fue el martes 14, y el mismo martes, el cuarto. Que sumados a otros 2 en el estado, hacían el mismísimo numero 6 en la tabla de posiciones.
Sí, había una tabla de posiciones, un portal de internet donde el gobierno publicaba todos los días, dos veces, las estadísticas de propagación del vuris y sus estragos. Ahí estaban los confirmados, los sospechosos, los probados, y los difuntos. Obvio, era una tabla en la que nadie le gustaría estar, pero, además de gandallas, los mexicanos tenemos una especial predilección por, pensar una cosa, decir otra cosa y más aún, hacer otra diferente a lo pensado y dicho. Así que, aunque nadie quisiera aparecer ahí ni como estadística, lo cierto es que, no sólo un grupo de abuelos se fueron de vacaciones al paraíso, sino que también, otros más, muchos más, se pasaron por el “arco del triunfo” el “Quédate en casa”.
Durante 3 semanas Salamanca conservó discretos 2 confirmados en esa fatídica tabla. El 12 de abril la prensa, fotografía adjunta, escribía “En tan solo una semana, los contagios de COVID-19 en Salamanca, Guanajuato, se dispararon de 2 a 26, y en el mismo periodo se registraron tres decesos. Hasta el sábado 4 de abril, en ese municipio sólo se habían confirmado 2 personas infectadas con SARS-CoV-2 y se tenía sospecha de 7 casos más, según los datos de la Secretaría de Salud estatal.”. En una semana.
En una semana escalamos posiciones. Rebasamos a Celaya, Irapuato, San Miguel. Quién dijo que no se puede. El primer muerto del Estado lo puso Salamanca. Y así, en menos de lo que “canta un gallo”, ascendimos a la segunda posición del Estado. En un abrir y cerrar de ojos contabiliza Salamanca 26 infectados. Para el 14 de abril ya hay 29. Y 4 muertos manteniendo el segundo lugar general, muy cerca de León con 36 casos confirmados y cosa curiosa, ningún muerto. Así que, en la columna de muertos, Salamanca ocupa el poco honroso primer lugar, y sí, los 4 difuntos, estuvieron en ese famoso ya, viaje a Chiapas. Muy atrás se queda Irapuato con 9 casos confirmados, Guanajuato Capital con 7, Celaya con 6, y mucho más atrás, otras municipios con 3, 2, 1. Y hasta los que aún no registran ningún candidato a cadáver.
Mi amigo Francisco discutía en las Redes sociales la diseminación de fotos de los vacacionistas, argumentaba que eso podía traer una serie de agresiones verbales y hasta físicas a los paseantes,
-hay un imperativo ético a que se está faltando- decía.
Tiene razón. Los viajantes y más los enfermos tienen derecho a permanecer anónimos, a resguardar su identidad, sobre todo en estos tiempos en que la gente pierde la dimensión de las cosas.
- La desesperación y la angustia nos pueden llevar a actos que tal vez en el sano juicio no se haría, y lo peor, después lo lamentaremos todos- sentenciaba.
Una chica, cuyo nombre solo aparece en la Red social como Lucía, sin foto, sin slogan, sin historia, sólo Lucía, replicaba que sí, efectivamente, tal vez habría algún derecho en esos paseantes, pero también parece haber algún derecho entre aquellos que no fueron a vacacionar, y se guardaron en sus casas tratando de protegerse de la epidemia. Se debe conocer quiénes son, dónde viven, en qué lugares estuvieron dentro de la ciudad.
-Tenemos derecho a saber a quienes podrían haber contagiado- aseveró.
Las opiniones se dividieron. 20 mil comentarios a favor de que no se debió divulgar, pero otros 20 mil comentarios a favor de que debemos conocerlos, para ayudarnos. Mientras la discusión arreciaba, las imágenes circularon por Whats App, Facebook, Instagram, y finalmente en la prensa. También lo hacía el virus. Seguramente se instalaba en pasamanos, perillas, mostradores, artículos en las tiendas. Millones de artículos, sobre todo en las grandes tiendas Wal-Mart, Soriana, Comercial Mexicana. Tocan un artículo, tocan otro, este se ve bien, este no tan bien, me llevo esto, y aquello, esto no porque no me termina de gustar. Este para mi hijo, este para mi hija. Chapas de autos, volantes del auto, palancas de velocidades. Me encuentro a mis familiares, un saludo de besito, otras nomás de mano, un abrazo a los hermanos. Bromeamos. No tienes nada verdad cabrón. Claro que no, estoy encerrado. Solo me fui a una fiesta particular entre cuates, pero sólo entre cuates. Sólo éramos como 15. Queeeee. No manches. Relájate, no pasa nada. Seguimos comprando. Mirando, tocando, probando, en las calles, comercios, tiendas, parques, jardines y en los portales. Un cafecito, sólo un cafecito.
Y así, igual que Pedro, filosofía elementalmente mortífera, como no lo vemos, no lo creemos y si no lo creemos, no existe.
Mientras, un nuevo inquilino recorre lentamente la ciudad de Salamanca. Un inquilino invisible, paciente, pero tenaz. No acecha, avanza; no tiene prisa, camina a la misma velocidad de la estupidez humana; no siente, solo cumple su ciclo biológico, y no faltan cándidos, ingenuos, o definitivamente estúpidos que se cruzan en su camino.
En cualquier caso, ya está aquí. Instalado plenamente y cualquiera puede ser portador de él. ¿Alguien quiere ser el siguiente?