Mensaje de domingo de Ramos, del obispo de Irapuato Enrique Díaz Díaz. 4 de abril de 2020
5 abril, 2020Semana Santa… y si los ‘papeles’ cambiaran
Domingo de Ramos (5 de abril de 2020)
Mons. Enrique Díaz Díaz, Obispo de Irapuato
El Cristo de los ramos y los hosannas resulta contradictorio y paradógico. Hoy, más que nunca, Domingo de Ramos se nos presenta como un día pleno de contrastes, luces y sombras, de un sabor agridulce. En un momento se llenan nuestras calles con los gritos: “¡Viva Cristo Rey!, ¡Hosanna al Hijo de David!”, y momentos después resuenan en nuestras iglesias las trágicas palabras de la Pasión, y se van sucediendo, paso a paso, la entrega, el beso de la traición, la negación de Pedro, las burlas y las aclamaciones irónicas de los soldados: “¡Viva el rey de los Judíos!”, los gritos de “¡Crucifícalo!”, hasta la última exclamación en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, para que Jesús dando un fuerte grito, expire. Es la dolorosa realidad que cada día se hace presente en nuestras vidas. Por una parte, se exalta al hombre, se le alaba y por otra se le desprecia, se le tortura y se le aniquila. Escuchamos la proclamación de los derechos humanos, la exaltación al respeto y a la igualdad de la mujer, se defiende apasionadamente a los niños y a los pobres, y los noticieros dan cuenta de abusos, de drogas, de violaciones, de secuestros y de la trata de personas. Es la pasión de Jesús vivida cada día en la persona de cada hombre y cada mujer.
Realidad humana vivida por Jesús que toma el rostro y el dolor de cada persona y que lo asume para rescatarlo, para darle su verdadero significado, para llevarlo a la verdadera libertad, más allá de las expectativas meramente humanas y económicas.
Semana Santa, profecía del mundo
Los acontecimientos vividos en aquel día, lo que pasó en esa semana, no es historia del pasado, se trata de una especie de profecía y documentación anticipada de todo lo que ocurre siempre en el mundo y en nuestra historia. El escenario no tiene importancia. Todas las situaciones de nuestra vida reflejan la pasión: siempre se encontrará en el centro a un hombre, Cristo-hoy, víctima de la injusticia, de la soledad, de la traición, de la indiferencia, de la ausencia de amor. Y siempre los actores serán los mismos, quizás con alguna pequeña diferencia, el Herodes que condena, Pilato lavándose las manos, el Pedro que niega al amigo por temor al compromiso; la huida, el beso de la traición… la muchedumbre que igual en un momento alaba y exalta y en otro, se burla, condena e insulta. Alguna vez me comentaban los actores de la ‘representación’ que si no habría posibilidad de cambiar un poco los papeles. Así esperaríamos encontrar a un Pilato que alguna vez no se lave las manos o a un Herodes que realmente busque la justicia; a un Pedro que no se escurra, sino que diga con toda claridad: “Sí lo conozco, es mi amigo”; a unos discípulos que, venciendo sus miedos, no huyan cobardemente, sino que se queden firmes en la lucha contra la injusticia. Y hoy tenemos esa posibilidad de cambiar el guion… ¡con nuestra vida!
Domingo de Ramos, Semana Santa… es la historia de Cristo encarnada en la humanidad, con la posibilidad de que nosotros cambiemos las situaciones y nos unamos al Jesús, Hijo de David, en su misión de paz y de amor. Claro que necesitamos cambiar las actitudes y asumir los criterios de Jesús que se entrega, mientras los demás huyen; que da la vida, mientras los otros toman las armas; que perdona, mientras los demás se llenan de odio.
La Semana Santa debe vivirse en este clima del gran amor de Jesús, pero al mismo tiempo debe vivirse como un fuerte reclamo ante las agresiones a la dignidad del hombre. No podemos vivir una Semana Santa sin compromisos, sin atención al hermano. Que cada una de las palabras de Jesús encuentre eco en nuestro corazón. Este día y esta Semana Santa llenémonos del amor de Jesús, guardemos sus palabras, sus actitudes y sus enseñanzas en nuestro corazón. ¿Habrá tiempo para escuchar a Jesús? ¿Habrá tiempo para aceptar la manifestación de su amor hacia nosotros? ¿Estaremos demasiado ocupados? ¿Lo dejaremos muriendo en soledad, en la cárcel, por el hambre y el abandono? Semana Santa: tiempo de Jesús y tiempo del hombre verdadero.