“Intenta conectar con la vida”, la columna de Ulises Centeno. 01 de abril de 2020.
1 abril, 2020“Intenta conectar con la vida”
Caruli
Una semana más… ¿qué has hecho de nuevo?, ¿cómo vives este tiempo?, ¿con quiénes compartes las historias que día a día se van formando?… hoy me preguntaba, si cuando tenía tu edad hubiere existido lo que hoy tú vives ¿cómo hubiese sido?… y pues de entrada no había, internet, celulares, Netflix, ni mucho que ver en televisión, a menos que tuvieras una antena parabólica, es decir una estructura que colocaban en la azotea de tu casa, que medía como dos metros y así podías tener más canales en tu televisón a blanco y negro o si eras privilegado a color.
Recordé un acontencimiento que nos asombró y nos paralizó, ciertamente no como hoy, pero si hubo muchas expectativas y versiones como hoy.
Sucedió un 11 de julio de 1991, yo iba en segundo de secundaria, vivimos un eclipse total de sol, un fenómeno natural que paralizó las actividades en casí todo el país, casi no había carros en las calles, no hubo clases o no me mandaron, lo más seguro era quedarse en casa y verlo todo a través de la televisión, sí se tomaron muchas medidas para cuidar la salud de todos los mexicanos.
Era cerca de medio día, recuerdo de pronto se hizo de noche, los animalitos reaccionaron de acuerdo a su naturaleza, de calor pasamos al sereno nocturno, impensable mirar directamente al sol, hubo filtros, espejos, encierros, aventurados, falsa información, rumores; más fue un bello regalo de la naturaleza en de que pronto “volvía” a amanecer y todo volvía a la normalidad.
Sin duda la gente de aquella época aprendimos muchísimo, era el tema del cual hablar, dialogando “conectabamos con la vida”.
Hoy quiero compartirte otro relato, es de Álex Rovira, un escritor español, que me pareció tan fantástico como aquel regalo de la naturaleza, trata del bambú, supongo ubicas esta planta que ha sabido convivir con muchas culturas, espero lo disfrutes:
“No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: “¡Crece, maldita seas!”. Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas estériles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas, la planta de bambú crece… ¡más de 30 metros!
¿Tarda solo seis semanas en crecer? ¡No! La verdad es que se toma siete años para crecer y seis semanas para desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el crecimiento que vendrá después.
En la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizá por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados a corto plazo abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente de que solo llegan al éxito aquellos que luchan de forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordemos el ciclo de maduración del bambú japonés. Y no bajemos los brazos ni abandonemos por no ver el resultado esperado, ya que sí está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.
No nos demos por vencidos, vayamos gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que nos permitirán sostener el éxito cuando éste, al fin, se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.”
Queridos alumnos, hoy quiero invitarte a conectar con la vida, has un recorrido por tu casa, detente, contempla, descubre, mira, percibe qué plantas hay en tu hogar, vé las hojas, las flores, aromas, si despiertas temprano, busca descubrir el amanecer, mira al cielo, los colores, el trinar de las aves, convive, lee, muévete, descubre que hay en las sombras, en el silencio, a tu alrededor en la vida, sí esa que está pasando y que a veces no sabemos ver.
El sábado comienzan las vacaciones, vivirás una Semana Santa diferente, una maravillosa oportunidad de orar, descansar, detenerse, agardecer, sornreír, amar, abrazar y continuar sí con el mejor regalo que mamá y papá te han dado. ¡La vida!
Unidos en oración, con gran aprecio;
Mtro. Ulises
p.d.